Tiempo necesario: 1 hora y 30 minutos
La preparación de la pavlova es muy fácil y rápida, lo más importante es el horneado y es lo que más tiempo lleva. Una vez en el horno, te puedes olvidar de ella. Es un postre o dulce para tener en cuenta si no tienes mucho tiempo.
Semi montar las claras y añadir el azúcar poco a poco a grandes cucharadas una vez las claras empiezan a espumar. Al final añadimos el zumo de limón y la ralladura también si nos apete. Finalmente añadimos la maizena y batimos todo junto. El merengue debe quedar brillante y muy espeso. Hay que montar el merengue durante bastante tiempo.
Colocamos papel de horno sobre una bandeja y dibujamos un círculo del tamaño que queramos hacer nuestra pavlova. Volcamos todo el merengue sobre este círculo y lo moldeamos con una espátula y cuchara hasta obtener una forma que nos guste. Yo utilicé una espátula haciendo movimientos verticales desde abajo hace arriba alrededor de todo el merengue. Si vas a hacer un merengue grande como el mío, es mejor hacer un pequeño hueco en el centro ya que será lo último que se hornee.
Si decides hacer varios discos más finos para hacer varios niveles, puedes bajar el tiempo de cocción según el grosor de los discos. Hay que tener en cuenta que mientras más grueso sea tu merengue, más cremoso y esponjóso estará el centro. Si hacemos capas finas, el merengue quedará más seco y crujiente. Una vez haya pasado el tiempo de cocción, dejamos el merengue en el horno sin abrir y apagamos el horno. Es mejor dejar enfriar el merengue en el horno para que no colapse ni se quiebre demasiado. Un par de horas bastarán, pero si lo dejas en el horno toda la noche, mejor aún.
Montamos la nata sin añadir azúcar, el merengue es ya bastante dulce. Descongelamos los frutos del bosque y los dejamos enfriar.
Montamos la pavlova una vez esté ya fría. Basta colocar la nata por encima con la fruta arriba del todo. Lo mejor es montar la pavlova justo antes de tomarla para que el merengue conserve aún un poco de su crujiente. La puedes conservar en la nevera y estará riquísima incluso días después.
Notas:
La verdad es que el merengue duro y seco tal cuál nunca ha sido una de mis preferencias. Será que no es muy típico por donde vivía de pequeña, pero no era muy común. Lo que sí era común era una especie de montañita de merengue cubierta de chocolate. Eso sí que estaba rico, pero la verdad es que no lo solía elegir ya que si podía elegir entre ese merengue o un San Marcos o una Selva Negra… el merengue quedaba descartado ¡bien rápido! Además, ese tipo de merengues era bastante blanco, un poco brillante y sólo era eso, merengue, pero en su versión tierna, es decir, sin cocinar en horno. Su color, seguramente indicase que era bastante industrial, así que tampoco había mucho que perderse.
Años más tarde trabajé en un restaurante italiano en Glasgow, donde aprendí a hacer un postre muy popular. Se trataba de una crema de mascarpone, merengue del seco a trozos y una crema ligera de fruta de la pasión. ¡Estaba buenísimo! El contraste del merengue crujiente con la crema y el ácido de la fruta era una combinación perfecta para terminar una cena de pasta. La pavlova es básicamente eso, merengue, crema y fruta. En aquel restaurante hacíamos esta versión algo descompuesta en vasos de cristal donde se podían ver los estratos del postre. Si os apetece probarlo, la Pavlova es la versión en forma de tarta, muy elegante y muy vistosa.
Ahora vivo en Londres y aquí existe un postre muy típico que a todos gusta, el Eton mess. Es un postre muy rápido de hacer que consiste en romper merengues sobre nata montada con fresas. Lo encuentras en restaurantes y en el supermercado por todas partes. No es más que una Pavlova en un vaso. El típico Eton mess es con fresas, pero la verdad es que cualquier fruta queda bien.
El problema principal de la pavlova es que el merengue contiene una gran cantidad de azúcar y por tanto, suele humedecerse con la humedad ambiente. Además, si le añadimos crema y fruta, la pavlova se convierte en un postre o tarta muy etérea. Para comerla en su estado perfecto, mejor consumirla en el mismo día en el que se prepara. Es muy parecido a lo que sucede con los milhojas y el hojaldre, lo mejor ¡frescos del día!
Espero que os animéis a probar este postre algo diferente de lo común entre bizcocho y cremas.
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